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Tecnología y desobediencia civil

A lo largo de la historia los medios de comunicación han sido fundamentales para el cambio político por lo que el Estado ha intentado controlarlos. Hoy en día, con la explosión de la sociedad de la información y sobre todo debido al uso de redes sociales que sirvieron como plataformas para catalizar movimientos sociales internet y acción ciudadana se hayan firmemente conectadas.



El uso de los móviles tiene una gran capacidad de convocatoria debido a su rapidez y eficacia, como ocurrió en el 11M, o en las revueltas de Londres situación en  la que en tan solo unas horas se logró reunir a miles de personas. Tambien la llamada Spanish Revolution se ha nutrido de estas nuevas plataformas online instantáneas y gratuitas para convocar manifiestaciones, protestas en contra de desahucios y, en general, para favorecer el streaming de sus convocatorias.

Es por eso que son muchos los gobiernos que quieren ejercer un control sobre estos medios y, de hecho, en sitios como China o Corea del Norte, no se puede acceder a plataformas como Facebook, Google o Youtube, teniedo las suyas propias, con distintas prohibiciones como usuarios ya que en esos países hay mucha censura.


En los últimos años el avance de la tecnología ha hecho que casi todos poseamos un Smartphone a nuestro alcance, haciendo así de las aplicaciones una herramienta indispensable para todo tipo de comunicaciones, por su rapidez y gratuitidad.


Así pues la creación de aplicaciones ha colaborado en la desobediencia civil, que se define como el acto de no acatar una norma que se tiene obligación de cumplir. La norma que debería obedecerse es, por lo general, una norma jurídica, o en todo caso cualquier norma que el grupo en el poder considera investida de autoridad en el sentido de que su transgresión acarreara inevitablemente un castigo. 

La desobediencia puede ser pasiva como ocurrió en Cataluña con el Jo no vull pagar, una protesta iniciada en contra del elevado importe que se tiene que pagar en las autopistas, o activas como últimamente ocurre en los metros, donde mediante aplicaciones como Memetro la gente se concentra para poder usarlos sin pagar. El problema después será luchar en procesos judiciales que en los últimos días se han visto encarecidos.

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